Esta semana Raquel nos pidió que le preparáramos unos
cupcakes de dulce de leche para llevar a una fiesta de cumpleaños a la que
estaba invitada. Raquel nos comentó que no quería que quedasen excesivamente dulces
por si sus amigos no eran tan fanáticos del dulce de leche como lo era ella.
Así que después de darle un par de vueltas al asunto
se nos ocurrieron dos cosas para rebajar ese sabor tan dulzón:
La primera fue que el bizcocho lo íbamos a hacer
de café. El amargor del café contrasta, y no sabéis de qué manera, con la dulzura del dulce de leche. Para potenciar aún más ese
contraste y como sabíamos que no iba a haber niños, además se trataba de una fiesta, le añadimos un chorrito de
ron al bizcocho. ¡¡¡Resultado espectacular!!!
El segundo detalle es relativo a la cobertura,
decidimos hacer un merengue suizo. El merengue suizo lleva muuucha menos azúcar
que por ejemplo una butercream y es una crema mucho más suave, de nuevo tenemos
ese contraste con el dulce de leche que estábamos buscando.
Eso sí para conseguir un merengue consistente y
esponjoso cuesta al principio mucho sudor, mucha constancia y casi casi lágrimas.
Nosotras la primera vez que lo intentamos terminamos con todas las existencias
de azúcar y de mantequilla porque no había manera de que el merengue “cuajara”,
llegamos a pensar que eso era imposible y que a nadie en su sano juicio le
podía salir bien. Pero bueno no llegó la sangre al río y una vez que le coges
el truquillo es muy fácil.
Vamos ya con la receta: